El Tiempo de Acuario
La humanidad es una desde el origen; sin embargo crecimos dividiéndonos en innumerables tribus y naciones. Aislándonos en nuestros capullos como si las experiencias de nuestra tradición fueran las únicas importantes; nuestros dioses los únicos verdaderos, nuestro lenguaje el más profundo, nuestras costumbres las más hermosas.
Cada nido se convirtió en el centro del mundo y dentro de ese centro se reprodujo el mismo patrón: la burbuja de pertenecer a familia más maravillosa, la burbuja de la pareja ideal, la burbuja que creamos al creernos el centro del universo encerrados en nuestro drama personal. La energía que estamos viviendo –la transición a la Era de Acuario- es antagónica a la construcción de burbujas autocentradas. Si queremos entender el sentido de los acontecimientos por venir es fundamental comprender esto. Acuario ama lo abierto, aquello que se vincula libremente y se descubre a sí mismo a medida que circula lo que estaba encerrado en las burbujas. Cada burbuja estalla y todo lo que encerraba se encuentra con lo diferente y lo desconocido creando nuevas realidades. El tiempo de Acuario trae la posibilidad de sacudir la telaraña de las construcciones separativas para que cada ser humano pueda comenzar el viaje hacia el corazón –nuestra dimensión solar- diferenciándose amorosamente del hechizo de lo colectivo. Esta es la oportunidad que nos desconcierta y que a muchos angustia. La presión milenaria que nos capturaba en burbujas está disminuyendo aceleradamente para que este camino pueda ser recorrido por una gran cantidad de seres humanos. Pero esto es muy reciente. Durante milenios, el denominador común de todas las tradiciones a sido el de poseer férreamente los cuerpos de sus miembros. Los cuerpos masculinos eran cuerpos para la guerra; cada varón fue programado para sentir el orgullo de entregar su vida por los ideales de su sociedad. Los cuerpos femeninos eran cuerpos para la procreación. Cada mujer ha sido programada para ser madre por sobre todas las cosas y así proveer continuamente a la sociedad de nuevos miembros. Solemos olvidar que fue tan solo en la década del sesenta del siglo XX cuando negarse a ir a la guerra (Vietnam) comenzó a ser algo aceptado socialmente. En la misma década apareció la píldora anticonceptiva y el cuerpo femenino comenzó a liberarse de su programación milenaria. En ese entonces también hizo eclosión la posibilidad masiva de tener una visión del mundo completamente diferente a la de los demás y sin embargo poder coexistir con ellos. No nos damos cuenta cuan reciente es la posibilidad que los miembros de una misma familia puedan coexistir amorosamente con visiones del mundo muy diferentes entre sí. Astrológicamente esto sucedió con la conjunción entre Urano y Plutón. En el 2012 se producirá la cuadratura entre estos mismos planetas. En aquel momento el impulso de la década del 60 (en estos y otros campos) tomará una forma mucho más definida. Esto implica un enorme conflicto vibratorio. Una gigantesca toma de decisiones en el alma misma de la humanidad. La crisis de creencias ya no es propia de una generación en algunos países. Adquiere dimensiones planetarias. ¿Volverán a cerrarse las sociedades reapropiándose de los cuerpos y la conciencia de cada ser humano bajo viejas o nuevas formas? ¿Antiguos o nuevos hechizos volverán a atontarnos masivamente retrasando así la manifestación de nuestra dimensión solar? Pertenecemos a un tiempo de transición en el que estamos destinados a experimentar dolosamente los espejismos de la humanidad. Y a entrever los destellos de una manera completamente diferente de vivir. Diferenciarse del hechizo de las programaciones colectivas implica abandonar la seguridad de nuestras burbujas, tanto las creadas por las religiones como por las ideologías; por la fe ciega en la ciencia, la avidez por el dinero o por las sufrientes tramas de nuestros afectos posesivos. Vivimos un tiempo en que esto es posible. En el que los acontecimientos nos obligarán a abrir nuestro corazón a lo desconocido.