La música del Zodíaco
¨La música del zodíaco es una música que, cuando uno quiere cantarla, se le corta la voz¨, dijo Eugenio, el jueves 15 de diciembre de 2016, última clase de este ciclo de 4 años que compartimos en Casa XI, con la voz así, cortada, entrecortada por la emoción. Creo que todos los que alli estábamos fuimos atravesados por esa frase, y por la emoción que traía Eugenio.
A mi….se me quedó adentro.
Una emoción intensa, profunda y desordenada me tomó por completo, como un estallido, un disparo, un desborde que repentinamente hacía fluir adentro mío sensaciones que siempre habían estado alli, y ahora, emergiendo de un mar huracanado y salvaje, podían ser rescatadas, recuperadas, nombradas…abrazadas.. comprendidas….
En un desfile, aparecieron todas esas veces que me había quedado sin voz, sin tener conciencia de que el zodíaco estaba allí…Volvió, mágicamente, mi infancia, cuando a mis 7, 8, 9 años se me cortaba la voz y la respiración, mirando, en la más absoluta perplejidad, a las estrellas…imaginando posibles formas de llegar alli… Volví a vivir esas tempranas noches de mi adolescencia en las que se me cortaba la voz, ante una obra de música o antes de subir a un escenario, para cantar…
Dediqué toda mi vida a la música, y siempre mirando las estrellas, y de pronto…la música y el zodíaco, y la perplejidad que ambos provocan, todo cobraba sentido….había estado alli, adentro y afuera mío todo el tiempo, pero esa frase, esa tarde, esa emoción de Eugenio, esa apertura mía, esa presencia de mis compañeros, ese cierre de un ciclo, ese estado del universo hicieron que el viaje de toda una vida, que en este caso es la mía, cobrara sentido y significado. Sin palabras.
No podría aunque quisiera explicar todo lo que se empezó a desplegar adentro mío a partir de esta revelación. Los sentimientos y emociones más profundos y genuinos de mi infancia podían unirse ahora con el recorrido de mi vida, y encontrarse en un punto suspendido en el tiempo. Me di cuenta de que todo eso era, es, mucho más grande que yo, que mi vida, que había estado siempre ahi, simplemente vibrando. La vida, el tiempo, el espacio, las cosas que pasan, yo, los vínculos, los dolores, los sufrimientos, los miedos, las certezas, los planes, el pasado, las ideas, todo entró en un terreno extraño, en el que todo un viaje cobra sentido, y toda una organización lo pierde por completo..
Y entonces no sé…
Lo que si sé, es que esta mágica unión que hay entre el zodiaco y la musica…y el universo y nosotros….es absolutamente conmovedora, y si, corta la voz…
Pude repasar, entonces, las sensaciones musicales que había tenido a lo largo de estos 4 años. Cómo las primeras clases de primer año aparecían como músicas exóticas, que parecían lejanas…había que aguzar el oído para poder escuchar, acercarlas….Después aparecieron los colores y las texturas de cada signo y cada planeta, infinitos instrumentos combinados entre sí, y más allá de las identificaciones lógicas, poder escucharlos a todos…Y al final, esa música conocida, esa canción que se repite una y mil veces a lo largo de nuestra vida y que tanto cuesta soltar…la música de la luna, de cada una de ellas…
En segundo año los ascendentes llegaban con músicas que había que aprender a escuchar y a cantar…Las tensiones extremas de las polarizaciones me llevaban a Wagner, a enormes piezas clásicas en las que los climas iban de tensiones abrumadoras a valles serenos y calmos y todo lo que el viaje entre esos dos extremos significaba y sobre el final…la música inascible, mántrica, innombrable, de la casa doce….
Tercer año traía luz y sombra, empezar a incluir los silencios ( lo que no fue dicho) que tanto cuesta soportar…y sobre todo, darnos cuenta finalmente, de que somos acordes disonantes, extremadamente complejos, y poder sostenerlos sin tratar de convertirlos en un acorde mayor o menor…
Cuarto año, a mi oído sonó como percusión. El tiempo… o tempo…empezar a sentir los distintos ritmos, tan variados, tan diferentes…aprender a escucharlos juntos, superpuestos y encontrar alli, un ritmo único, fluido…aqui la cosa consistía en poder subirse a estos, este ritmo y dejarse llevar…
y dejarse llevar…por la música de las estrellas…
Ahi estamos, en este viaje...
Belleza pura.
Gracias
Por Mariana Escobar Oneill