Supuestos en la interpretación astrológica
Con variados matices, existen dos disposiciones básicas frente al desafío de interpretar una carta natal. Una de ellas es mecánica, determinista, descriptiva, clasificatoria, literal. Define las características de la personalidad de una manera fija y estática, al mismo tiempo que prescribe "aquello que debe hacerse" y "aquello que debe evitarse". Así, desde esta mirada, el individuo "es siempre el mismo", y sólo puede "ganar o perder", ser feliz o desdichado, premiado o castigado por la vida, según sepa aprovechar o no los momentos favorables y evitar los infortunios (y ambos, por supuesto, podrían ser previstos por el astrólogo). Fundamentalmente, el individuo aparece separado de los acontecimientos externos, en una relación de temor y conflicto respecto al mundo, y desde ese miedo y desconfianza a la vida, la astrología emerge como una herramienta para controlar el destino.
Otra manera de disponerse a la interpretación de una carta natal parte de una concepción del individuo vinculada a movimiento y despliegue. Desde esta mirada, la relación con el destino resulta dinámica, transformadora, y creativa, en el sentido que aquello que profundamente somos se revela y hace manifiesto en el vínculo con nuestro destino. Así, el anhelo de controlar los acontecimientos de nuestra vida cede ante la percepción de que intentando evitar nuestro destino (porque tememos que no coincida con nuestros deseos) estaríamos eludiendo la revelación de niveles creativos de nuestro ser y confirmando nuestra identificación con el miedo, la desconfianza y el control.
Esta otra mirada (acaso esta otra astrología) disuelve las fronteras entre mundo interno y mundo externo, ya que fundamentalmente incluye el destino como parte del proceso psíquico del ser, antes que considerarlo como algo exterior, amenazante y temido. Nuestros vínculos, acontecimientos y experiencias de la vida en absoluto resultan azarosos y fatales, sino profundos símbolos ligados al misterio, a la manifestación del inconsciente, a la dinámica del proceso psíquico y, en definitiva, al desarrollo de la conciencia.
Tomemos el caso de la hipotética carta natal de un individuo (al que llamaremos Carlos) con las siguientes características:
.- Sol en Virgo.
.- Sol oposición Saturno.
.- Sol conjunción Urano.
.- Ascendente en Aries.
Siguiendo la mirada determinista, fija y estática, podríamos enunciar contundentes definiciones acerca de Carlos, pero pronto caeríamos en contradicciones que no sabríamos cómo resolver.
Por ejemplo, por su Sol en Virgo lo definiríamos como alguien práctico, lógico, crítico y detallista, preocupado por el orden, el correcto funcionamiento en la vida cotidiana, y que presta particular atención a la salud, la higiene y a guardar fidelidad a los usos y costumbres. Tales características resultarían afines con otras, por ejemplo con las correspondientes a su condición de Sol oposición Saturno y que hablan de una expresión ordenada, con profundo sentido del deber, seriedad y responsabilidad.
Sin embargo, Carlos no es sólo Sol en Virgo y en oposición a Saturno, sino que es también Sol conjunción Urano y Ascendente en Aries. ¿Y qué características otorga estos otros rasgos de su carta? La de ser una personalidad independiente, que cuestiona las normas, rebelde y trasgresora, dispuesta a los cambios imprevistos y súbitos antes que sostener la tradición y la continuidad con el pasado, a ser extravagante y arriesgado antes que atildado y prudente.
Aquí es donde este enfoque cae en definiciones un tanto contradictorias, vagas e inconsistentes: "usted es muy sensato, pero a veces comete locuras", "tiene una gran capacidad de dedicación al trabajo, pero de pronto puede tener inexplicables cortes y deserciones" o "posee gran sentido de responsabilidad, pero desconcertantes gestos de imprudencia", etc. Son definiciones que no dejan de tener una parte de verdad, pero que resultan planas, sin relieve, descripciones fijas, sentencias inapelables con las que no parece que haya nada para hacer, excepto aprovechar "lo bueno" y soportar "lo malo" de este fatal estigma (¿acaso un mal karma?) con el que el destino "me ha sancionado".
Pero, ¿cuál sería la interpretación de esta misma carta natal desde otra mirada más inclusiva? Por empezar, partiríamos del supuesto de que allí donde la carta parece mostrar una contradicción en verdad se está manifestando una paradoja, un desafío para la conciencia.
Nuestro punto de partida será considerar que ante la aparente contradicción descripta (previsible, ordenado y adaptable al mismo tiempo que arriesgado, innovador e independiente) la conciencia se identificará con alguno de estos polos en aparente tensión (es decir, que la persona "crea ser" sólo una de las dos características) y que el otro polo no será reconocido como una cualidad propia y, por lo tanto, resulte inhibido, reprimido o negado. De este modo, este rasgo de la propia carta que resulta excluido de lo que el individuo "cree ser" (esto es, de su sensación de identidad) será finalmente proyectado al mundo exterior, desde donde se manifestará en vínculos y situaciones de destino.
Podríamos decir que esto ocurre porque, en verdad, la vida no está pidiéndole a Carlos que sea "una cosa o la otra", sino que desarrolle una creativa síntesis de ambas cualidades. Por cierto, que no resulte sencillo implica que esta tarea de expansión, inclusión y comprensión no puede ser llevada a cabo en el nivel de nuestras identificaciones personales cotidianas y habituales ("lo que creo ser"), sino que requiere asumir el desafío de una transformación espiritual (abrirme a lo que la vida revela que soy).
Y es aquí donde necesitamos el contacto con la persona, conocer su historia para descubrir con qué polo se ha identificado y cuál ha proyectado. Sin embargo, podemos hacer algunas hipótesis. En este caso particular, si Carlos se identifica con el polo responsable, ordenado y previsible (es decir, si Carlos cree ser "sólo eso") quizás nos cuente de su inexplicable atracción por vínculos un tanto extravagantes e inciertos, o de acontecimientos imprevistos que parecen echar por tierra todas sus construcciones, o incluso de cierto cansancio, "fatiga existencial", aburrimiento o falta de entusiasmo con la vida. Esto revela que mientras Carlos se esfuerce por cumplir con mandatos y ser consecuente con lo que se espera de él, en verdad, estará sacrificando el potencial de vitalidad que su polo creativo y autónomo posee pero que Carlos "cree no ser".
Por otra parte, si Carlos se identificara exclusivamente con su anhelo de independencia, libertad y rebeldía, y se dispusiera a desafiar todo límite y autoridad, acaso nos presente su queja por un padre que "no lo deja ser" y en el que verá sólo arbitrariedad y tiranía, o por recurrentes problemas de salud que le impiden echar a volar su espíritu de aventura, o por relaciones que lo obligan a asumir responsabilidades forzadas y cargar con injustas penalidades. Y esto revela que mientras Carlos sólo se sienta animado por su afán de no compromiso, absoluta autonomía y expresión individual sin condiciones, en verdad, estará desperdiciando su capacidad de construir estructuras plenas de vitalidad y auténticamente sólidas, por saber combinar organización y creatividad.
Siguiendo nuestra lógica, queda claro que aquellos vínculos o situaciones de destino aparentemente "exteriores", en verdad, estarán propiciando el encuentro de Carlos con aquellas cualidades que profundamente lo constituyen pero en las que, por temor, desconcierto o condicionamientos internos del pasado, no es capaz de reconocerse. El desarrollo de ese progresivo, complejo y muchas veces doloroso descubrimiento de lo que somos a través de nuestros vínculos y destino, no es otra cosa que la experiencia del viaje de la conciencia.