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"Todo destino es un co-destino"

EL VALOR DEL MISTERIO EN LA ASTROLOGÍA PROFUNDA

Entrevista a Eugenio Carutti por la revista Huellas en papel de la Universidad del Salvador

HenP: En la colección Quiles se encuentran varios libros de astrología antigua, de Egipto, de Asia, astrología china. Las clasificaciones de las bibliotecas enlazan la astrología con el ocultismo y el esoterismo, temas que, por otro lado, también se encuentran en esta colección. Leo Inteligencia planetaria17 y me pregunto cuál fue el camino que recorrió aquella astrología de la antigüedad hasta llegar a la mirada actual, ¿hubo quiebres, rupturas? ¿cómo se produce esa evolución?

E. C.: No hay un abismo entre aquellas miradas y la actualidad. Siendo muy rigurosos hay que distinguir dos niveles de astrología, una astrología de superficie (no superficial), visible, una tradición de conocimiento que tiene muchos textos, autores, con un recorrido acoplado a las cosmovisiones de cada época (mundo antiguo, medioevo, iluminismo, romanticismo) y lo que llega hasta hoy. Siempre ha existido una astrología profunda, menos visible porque todo aquello que llamamos esoterismo u ocultismo no es oculto por secreto, sino que es oculto porque es peligroso psíquicamente. Es decir que lo oculto en un sentido profundo percibe una relación intrínseca entre el ser humano y el cosmos, y en esta percepción no separativa aparece en el humano un potencial de inteligencia y sensibilidad que va más allá del pensamiento, de los estados de conciencia habituales, de lo que la civilización tolera como identidad del ser humano. Esto emerge, pero se mantiene oculto porque exige un entrenamiento, una ejercitación de estados de conciencia que va más allá del ego.

HenP: ¿Este sería el motivo del carácter “iniciático” de algunas de estas tradiciones?

E. C.: Sí, porque frente a una nueva percepción de la realidad se pone en juego la identidad psicológica que nos organiza socialmente, se puede desorganizar la estructura yoica. Despertar niveles de percepción no divisivos es un camino muy delicado, exige cuidado porque podría llevar a patologías y desorganizaciones muy caras. Este es el sentido profundo de que sea oculto.

HenP: ¿Cómo acercarnos a la tradición astrológica de modo que resulte un modo de autoconocimiento anclado en el respeto de la libertad?

E.C.: Dentro de estas tradiciones ocultas hay dos grandes líneas. La línea del poder y la línea de amor. Las líneas de poder son paradójicas respecto de lo que decía anteriormente porque el sentido de ese despertar de niveles más complejos es egoísta. Hay una línea que se orienta a acumular poder y tener mayores posibilidades de control sobre la realidad, esto es todo lo que llamamos magia negra, en un extremo. Muchas tradiciones ocultas son cooptadas por el anhelo de acumular poder. Pero las líneas verdaderamente esotéricas son líneas de amor en el sentido que van en la dirección de una apertura cada vez mayor, de entrelazamiento e interrelación entre todo lo que existe. En esta línea, no hay posibilidad ni de estar separado ni de controlar la realidad, es una entrega profunda a una percepción muy vívida de un orden profundo en el universo.

HenP: Así como las mareas se encuentran influenciadas por el Sol y la Luna, ¿el orden del universo, sus cambios, sus movimientos impactan en la vida de las personas?

E.C.: Las correctas relaciones entre todo lo que existe es el núcleo de las tradiciones ocultistas. El amor al prójimo, a lo cercano, la importancia radical de las relaciones es el núcleo de lo oculto. Estructuralmente la astrología es inherente a esta percepción oculta. Todas las tradiciones del misterio, todas las percepciones que consideran otras dimensiones de lo real y que otorgan a lo humano la posibilidad de un contacto creativo con estas dimensiones no se dan de modo separado; por ejemplo, es impensable la alquimia sin la astrología. En el árbol de la vida de la Qabbaláh hebrea, la astrología es inherente. En las grandes tradiciones mistéricas, se perciben grandes ciclos cósmicos de los cuales formamos parte, el ser humano participa de esos movimientos del cielo. Esos ciclos son percibidos como un espejo de lo que sucede en la tierra. En estas tradiciones el cielo y la tierra están estructuralmente relacionados. Y ese es el fundamento mismo de la astrología, una hiperconectividad en la cual no hay nada separado y en consecuencia las estrellas son un espejo del ser humano y el ser humano tiene adentro a todo el sistema solar, el cielo y el cielo estrellado. En términos más renacentistas es macrocosmos y microcosmos, es la percepción de que hay un macrocosmo que es el espejo de un microcosmos. Todo movimiento en el cielo es un movimiento en la tierra y en el interior del ser humano, todo movimiento exterior es espejo de un movimiento interior. Desde la percepción profunda de estas correspondencias, entre la estructura del ser humano y la estructura del cielo, se comprenden algunas frases de las tradiciones ocultas: “abajo es como arriba” (Hermes Trimegisto). En las constelaciones antiguas se llamaba el hombre de los cielos…

HenP: Me gustaría profundizar en esta imagen del hombre de los cielos. Un párrafo de tu libro Inteligencia planetaria dice “La creencia que somos seres absolutamente libres e independientes de aquello que nos rodea, que ocupamos una posición central en el diseño de la realidad y que por esta razón podemos controlar todo lo que sucede a nuestro alrededor se está haciendo insostenible. La certeza narcisista de estar en el centro del universo lleva implícito el derecho natural a dominarlo”. Esta afirmación resuena frente a una imagen que aparece en el libro El mensaje de las estrellas18 de Max Heindel (Fig. 1). Me pregunto si acaso la astrología no pudo escapar a esta centralidad del hombre.

E. C.: Bueno, una cosa es centralidad y otra cosa es correspondencia. Correspondencia entre el ser humano y las estrellas, si las estrellas se mueven, el cielo se mueve, lo humano también se mueve en correspondencia. En la astrología stricto sensu el hombre no puede estar en el centro, en el sentido de que está ligado al cielo, el cielo se mueve, el hombre se mueve. La astrología es un lenguaje vincular, en el sentido de que todo es relación. El núcleo de esto es la astrología esotérica, la astrología que es más oculta y que igual que los tratados de alquimia está en un orden simbólico, metafórico, complejísimo. Un buen libro esotérico entrena al lector, no lo dice de forma directa, no puede concluir, porque concluir es lo que hace el pensamiento y lo esotérico apunta a un entrenamiento que va más allá del pensamiento, y en consecuencia son libros muy abstrusos, muy complejos, que parecen contradictorios desde el punto de vista lineal. Pero su lógica no es lineal, tiene una lógica diferente a la que se fue desplegando en las civilizaciones. Esta astrología profunda emerge cada tanto en algún texto complejo, está presente en el simbolismo astrológico, ligado a la alquimia, a la Qabbaláh, a las tradiciones mistéricas. Filosóficamente, en occidente, la astrología está muy ligada a Pitágoras quien concibe lo real como conjunto de vibraciones, de proporciones armónicas, de conexiones que llevan a una percepción musical de la realidad. Por eso la metáfora clásica acerca de la astrología es la música de las esferas, el universo como un conjunto de rotaciones cósmicas que vibran con armonías y disonancias, la percepción musical es inherente a lo pitagórico, pero también a la astrología profunda.

HenP: Una mirada de la astrología tan respetuosa de la libertad coexiste, sin embargo, con otras comprometidas con predicciones, horóscopos…

E. C.: Es que la astrología de superficie de la que venimos hablando desde el comienzo está atada al devenir de las cosmovisiones de cada época y civilización. La astrología grecorromana, por ejemplo, está muy ligada a la adivinación, a las mancias, al anhelo de adivinar lo que va a ocurrir. Si hay un orden estructural en el universo al que está ligado el ser humano, esto quiere decir que lo que sucede no es casual, sino que obedece a ese orden. De aquí nace la posibilidad de captar algunas líneas de este orden y, en consecuencia, de predecir hasta cierto punto lo que el movimiento ordenado del universo trae para el ser humano. Ahora, una cosa es decirlo así y otra cosa es querer tomar estos conocimientos para satisfacer nuestras necesidades de control. La astrología de superficie se obsesiona por saber lo que supuestamente nos va a ocurrir porque está atada al miedo y al deseo muy humano de controlar la realidad, propios del ego. Deja de ser una actividad meditativa, contemplativa que acompañe el proceso de despliegue de un ser humano en relación con el orden del universo y comienza a ser un anhelo de saber lo que va a ocurrir, de predecir, de adivinar, que en realidad siempre es deseo de controlar no de comprender. Esto desemboca en el horóscopo. En la Edad Media no existían tablas de los movimientos de los planetas como ahora, ni mucho menos computadoras. Había que hacer una investigación matemática y cosmológica muy compleja en cada caso, por lo tanto, a nadie se le ocurría hacer la carta natal al vecino porque era una tarea matemática titánica. Esto evoluciona desde percibir grandes ciclos y movimientos y de ser algo meditativo, en la dirección de captar el orden del momento. Esto en la astrología medieval está muy presente, es análogo al I Ching que se sostiene en la captación de lo que dice el momento, el momento tiene una pregnancia, una correspondencia entre lo que está sintiendo ese ser humano, como pregunta, y el orden del universo para ese ser humano, y en esa línea se pueden captar las mejores direcciones para moverse. La astrología antigua y gran parte de la medieval está relacionada a esto, a la captación del significado del momento para un ser humano, de aquí se deriva la astrología horaria y otras técnicas. Pero en todo este recorrido la astrología de superficie se preocupa cada vez más por lo que nos va a suceder en el futuro, al rey, a los grandes personajes. En este recorrido va heredando las creencias propias de cada época, entonces comienza la contradicción entre el determinismo de los astros y la libertad en el cristianismo. Para santo Tomás de Aquino que era astrólogo, esto era un conflicto tremendo. Luego aparecerá la astrología de la modernidad, que está ligada a Newton que también era alquimista, y a Kepler, cosmólogo y astrólogo. Allí el universo empieza a ser visto como un gigantesco reloj, como un mecanismo perfecto.

HenP: La astrología profunda se nos presenta convocante por el lugar que abre a lo creativo, porque ofrece nuevas posibilidades a la ancestral búsqueda de sentido de la humanidad ¿en qué momento se encuentra hoy esta astrología no lineal, profunda?

E. C.: A fines del siglo xvii, el siglo xix y principios del siglo XX se desarrolla una astrología que quiere llamarse científica, concibiendo un determinismo absoluto porque el universo es un mecanismo y la astrología es la manera de captar ese mecanismo. Estas son todas corrientes de la astrología de superficie. En el siglo XX se conjugaron varios factores que desde la astrología profunda son predecibles: estamos entrando en un nuevo ciclo, vivimos un cambio de época, de clima existencial para toda la civilización, lo que en un lenguaje más superficial se llama Era de Acuario. Para la astrología esta es la oportunidad de una mayor comprensión, por la complejidad de la mente humana propia de nuestro tiempo. La astrología como tal tiene en su esencia el ver patrones, recurrencias, ciclos, correlaciones, repeticiones, y ver también qué es lo nuevo en cada repetición. Y es un hecho que en la época actual tenemos una creciente capacidad de reconocer patrones, cada vez más complejos, tanto en lo externo como en lo interno, en lo psíquico. La astrología contemporánea se revolucionó con un holandés que se mudó a Estados Unidos, se llamaba Dane Rudhyar, muy influenciado por la psicología de Jung, era también músico, y tenía una relación muy directa con determinadas escuelas esotéricas. Allí se produce una confluencia inédita entre la astrología de superficie y la astrología profunda, y esto produce un gran impacto. La astrología se ha convertido en un fenómeno cultural en nuestra época y se ha articulado estrechamente con la psicología. Llegados a este punto se complejiza intensamente la astrología en su propia percepción histórica. Hoy se desarrollan múltiples corrientes y debates dentro de la astrología. Comienza a aparecer cada vez más una astrología no lineal, no pensada en términos de causas y efectos (algo externo al pensamiento astrológico profundo), sino pensada en términos de correlación, de correspondencias, de sincronicidades. Nuestra civilización le otorga una enorme importancia a la causalidad y tiene un gran desprecio por la correlación y la correspondencia. El núcleo de la astrología es el de percibir la realidad como un sistema de correspondencias, y en este sentido puede captar órdenes muy diferentes a la manera en que nuestro lenguaje cotidiano concibe la realidad y la ordena. Para la astrología, pero para cualquier tradición oculta, una naranja, un sol, un rey y un león obedecen a la misma cualidad; un huevo, una madre, una casa y la luna responden al mismo orden de cosas. Es una lógica muy diferente a la de los lenguajes de nuestra civilización. El simbolismo astrológico esta estructuralmente ligado al otro simbolismo oculto, esotérico, capta un orden de la realidad desde otro ángulo, complementario al orden de la cultura. En este sentido, la astrología es un lenguaje, un sistema simbólico que permite hacer presente niveles de realidad que no se hacen visibles desde el lenguaje con el que nos comunicamos cotidianamente.

HenP: Vuelvo a Inteligencia planetaria: “La hibridación es el destino de la especie”. La astrología es un lenguaje, cada una de las religiones tienen sus lenguajes, sus símbolos. Thích Nhất Hạnh, un referente del budismo, acuñó el término interser para describir la vincularidad hacia la que deberá caminar la civilización para alcanzar mayores niveles de comprensión mutua ¿Cómo intuís que se articularán todos los lenguajes en una cultura cada vez más diversa?

E. C.: Uno de los conceptos principales del budismo es el de codependencia, no existe nada que no sea dependiente de otra cosa por eso es que para el budismo no existe ningún absoluto porque la realidad es codependiente. Codependencia es correlación porque no existe ningún elemento de la realidad que no dependa de todos los demás. Y esa es la lógica misma de la astrología, el vínculo, la relación, no estamos separados, en consecuencia, no hay una existencia autónoma de los distintos elementos de la realidad, sino que uno y otro dependen entre sí y encontrar el punto de encuentro de los distintos componentes de lo real es el significado profundo de la vida. En el siglo xx aparecieron varios conceptos ligados a la psicología que hacen a una captación muy profunda de lo simbólico: el concepto junguiano de arquetipo, por ejemplo. Es decir, existen ciertas estructuras no conscientes comunes a todos los seres humanos que se manifiestan a través de símbolos, íconos, mitos, narraciones que tienen denominadores comunes muy profundos, con variaciones que son las diferencias de ese mismo orden. Del anima mundi diría la tradición esotérica. Hay matrices simbólicas que son comunes a todos los seres humanos y por lo tanto existen códigos de encuentro potenciales entre todas las tradiciones y experiencias de la humanidad. En este sentido psíquico la hibridación es el destino de la especie. Y en el nivel concreto este es un hecho inevitable porque la Tierra es una esfera, es solo una cuestión de tiempo que se produzca el encuentro entre las diferentes tradiciones en las que nos hemos dividido. Este es un orden que nos precede, podemos reaccionar ante él, negarlo, seguir peleando entre nosotros, pero tarde o temprano, dada la suficiente cantidad de ciclos comenzará a manifestarse un orden muy profundo en el que seremos una única humanidad y una única vida planetaria. Con esto tiene relación la hibridación. En este encuentro de todas las civilizaciones y en este estallido de cada tradición separada comienzan diálogos inevitables y una indagación donde nos empezamos a percatar que hay símbolos, imágenes, narraciones y experiencias comunes y que resuenan entre todos. Todos los seres humanos, más allá de las diferencias necesarias, participamos de un orden común, en consecuencia, una de las maneras de poder ir más allá de las divisiones que surgen de los lenguajes de la civilización es que florezca en nosotros una sensibilidad y una inteligencia más poética, más musical, más simbólica que nos permita acceder a significados que hoy están velados para la civilización y podamos comprender que los árboles, los animales o las estrellas resuenan en el alma humana de un modo mucho más significativo de lo que superficialmente creemos.

HenP: Mi última pregunta es por el misterio, por su lugar en la astrología profunda.

E. C.: El misterio es orgánico, estructural a la astrología. El simbolismo astrológico permite captar relaciones que no se ven inmediatamente, permite realizar conexiones que a nuestro pensamiento habitual se le escapan por completo. La palabra misterio en astrología está ligada a cierta porción del zodíaco que es la constelación de Virgo, que tiene que ver con el orden, y su simbolismo es el de la espiga de trigo y sus semillas. Hay un orden invisible en lo real que es análogo a la semilla. Cada semilla tiene plegado dentro de si aquello que se manifestará muchísimo después. Dentro de cada pequeñísima semilla hay un frondosísimo árbol lleno de flores y frutos en las que anidarán los pájaros… esto la percepción habitual no lo ve.

Ese es el misterio de la semilla, hay un despliegue oculto en la vida. Ese despliegue es la lógica misma de la astrología profunda. Por supuesto no estamos hablando de la astrología del siglo XIX, que trata de ser científica, determinística, híper interpretativa porque está condicionada por el positivismo. El misterio es inherente a la astrología, pero la captación de lo mistérico implica un esfuerzo para el astrólogo de superficie que trata de explicarlo e interpretarlo todo. La tentación de la persona que estudia astrología es explicarlo todo, saberlo todo… dependerá de su madurez y de su propio proceso que se vaya dando cuenta de que lo más rico es que cada ser humano, cada carta natal es del mismo orden que una semilla, uno puede decir por ejemplo que se trata de una semilla de roble, pero no sabemos hasta qué punto va a crecer ese roble. Cada semilla, cada ser humano tiene un potencial de despliegue que, como está ligado a otras semillas (el simbolismo de Virgo es una espiga de trigo, no una sola semilla), a un conjunto de semillas, se despliega en conjunto con ellas. El destino de cada ser humano depende del destino de los demás seres humanos. Todo destino es un codestino, todo despliegue depende del despliegue de los otros. Esta es la aventura mistérica de acercarse a un orden en el que percibimos cada vez más conexiones, pero que nunca las podremos agotar ni terminar de entender en su inmensa belleza.

Fecha de la entrevista:

1 de octubre de 2021 - Vol. 10, Núm. 15 (2022)  Huellas en papel

https://p3.usal.edu.ar/index.php/huellas/article/view/6110/8571